Reseña | Una habitación propia, de Virginia Woolf
Título: Una habitación propia
Autor: Virginia Woolf
Páginas: 160
Editorial: Austral
Precio: 10.95€
En 1928 a Virginia Woolf le propusieron dar una serie de charlas sobre el tema de la mujer y la novela. Lejos de cualquier dogmatismo o presunción, planteó la cuestión desde un punto de vista realista, valiente y muy particular. Una pregunta: ¿qué necesitan las mujeres para escribir buenas novelas? Una sola respuesta: independencia económica y personal, es decir, Una habitación propia. Sólo hacía nueve años que se le había concedido el voto a la mujer y aún quedaba mucho camino por recorrer.
Cuando leí la biografía de Virginia Woolf (Stephen de nacimiento) escrita por Lyndall Gordon me dio la impresión de que ella no se daba cuenta de que era una privilegiada. Entendí que hasta sus últimos años de vida no había sido consciente de su situación. Una habitación propia demuestra que eso no es así. Escrito hace un siglo sus reflexiones siguen siendo muy actuales, demasiado actuales.
En este ensayo ficcionalizado Virginia Woolf reflexiona sobre la escasez de mujeres en la historia de la literatura. Al principio es un poco complicado entrar en su prosa que se asemeja al flujo del pensamiento. Para convertirnos en cómplices de sus ideas narra todo el libro como una continua búsqueda de respuesta a una serie de preguntas que nos plantea. Se va cuestionando sobre por qué los nombres femeninos son una minoría al analizar los clásicos. Una de sus teorías es que aquellas obras que cuentan con un autor desconocido o anónimo, en realidad, fueron escritas por mujeres.
Se inventa a la hermana de Shakespeare como una explicación de por qué ellas lo tenían (y tienen) más difícil. Mientras narraba su posible vida yo no podía parar de pensar en la hermana de José de Viera y Claviijo. María Joaquina de Viera y Clavijo dedicó toda su vida a cuidar a sus hermanos y padres. Sin embargo, gracias a ser la hermana del ilustrado canario tuvo el acceso a una educación impensable para las mujeres de su entorno. Escribió poesía (de hecho, es considerada la primera poeta de Canarias) y realizó esculturas, sin embargo, su nombre apenas es recordado. Solo aparece, y muy pocas veces, como un añadido cuando se recuerda la figura de José de Viera y Clavijo.
“La libertad intelectual depende de cosas materiales. La poesía depende de la libertad intelectual. Y las mujeres siempre han sido pobres, no solo durante doscientos años, sino desde el principio de los tiempos.” Una habitación propia
Para que unos sean grandes otros tienen que ser pequeños. Virginia Woolf explica la negativa del hombre de aceptar la igualdad con espejos. Las mujeres son el reflejo gracias al cual ellos pueden sentirse superiores. Sin nosotras pierden la legitimidad y, por eso, acaban viendo cualquier intento de emancipación como una amenaza. Al decir que una mujer necesita una habitación propia y 500 libras para escribir nos está mostrando la independencia económica como un elemento liberador de la mujer. Al no depender de terceros, ella podrá sentirse realizada por sí misma.
Se centra en la escritura, pero llega a dignificar cualquier tipo de trabajo. Cuestiona si acaso no son tan importantes las cuidadoras de niños o limpiadoras como los empresarios: “¿Es menos útil al mundo una mujer de limpiezas que ha criado ocho niños que el abogado que ha hecho cien mil libras?” De manera muy sutil habla, incluso, de lesbianismo con una frase tan sencilla como simbólica: “A Chloe le gustaba Olivia”. Sin embargo, si leemos el libro desde la perspectiva de la actualidad (aunque el libro podría haber sido perfectamente escrito en el siglo XXI) hay algunas cuestiones que se echan de menos. Woolf se refiere, por ejemplo, a la mujer blanca, dejando de lado a aquellas con situaciones todavía más precarias.
La excusa de la mujer en la literatura le sirve para desarrollar toda una teoría sobre por qué las mujeres han sido relegadas a un segundo plano en la sociedad. Son tantos los temas tratados en tan corto espacio que con una relectura seguro que podría seguir aprendiendo con ella. En esta reseña he intentado extraer algunas de las ideas que siento más relevantes, pero en sus páginas hay mucho muchísimo más, sería imposible citarlo todo sin pasarme de las mil palabras. Tras terminar Una habitación propia me reafirmo en que necesito continuar descubriendo todas sus obras.
“Os he dicho durante el transcurso de esta conferencia que Shakespeare tenía una hermana; pero no busquéis su nombre en la vida del poeta escrita por Sir Sydney Lee. Murió joven… y, ay, jamás escribió una sola palabra. […] Ahora bien, yo creo que esta poetisa que jamás escribió una palabra y se halla enterrada en esta encrucijada vive todavía. Vive en vosotras en mí, y en muchas otras mujeres que no están aquí esta noche porque están lavando los platos y poniendo a los niños en la cama. Pero vive; porque los grandes poetas no mueren; son presencias continúas; solo necesitan la oportunidad de andar entre nosotros hechos carne.” Una habitación propia